Una trabajosa ascensión con muchas piedras nos lleva hasta la ermita de Santa Cristina de Lena, una joya del prerrománico asturiano. Fue declarada Monumento Nacional en 1885 y como Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en 1985.
La encontramos cerrada por lo que no podemos disfrutar del tesoro que sin duda es su arquitectura interior.
La falta de documentación sobre sus origenes visten al templo con un halo de secretos y misterios que aumentan la curiosidad y disparan la imaginación. Para nosotros, es sin duda, un lugar de poder.
Su emplazamiento es estratégico por lo que se especula sobre cual fue el motivo de su construción. Es una atalaya perfecta desde la que vigilar la entrada de los que acceden a Asturias desde el Puerto de Pajares, además del cauce del Río Lena y buena parte de las tierras del concejo.
La leyenda más conocida del lugar se reescribe o adorna dependiendo de quien la cuente, como buena leyenda no hay documentación que la sustente y se deja todo al imaginario popular.
Cuentan del enfrentamiento entre una joven doncella con aspiraciones a ser monja y su pagano progenitor. El padre que se opone a que ingrese en un convento, la castiga a ser quemada en aceite, pero sorpresivamente, la chica permanece intacta al fuego por lo que el padre la mata golpes.
Bajo las piedras de la ermita se dice que existe una cueva en la que vive una gallina que cada cien años sale de su escondite para pasearse por el entorno y poner huevos de oro.
Hay quien une ambas leyendas afirmando que la gallina es la reencarnación de la joven martir, que murió a causa de su Fé.