Alfredo y Eva nos dieron una calurosa y cariñosa bienvenida al albergue, yo creo que la clave del éxito fueron los carros, ya que se quedaron muy sorprendidos del artilugio que arrastraban nuestras bicis, antes de nada tuvimos que dar todos los detalles de tan maravilloso invento.
El albergue está correcto, buenas instalaciones y lo que siempre más valoramos junto al trato, estaba limpio. Está gestionado por el sindicato CGT que se ha encargado de su reconstrucción y mantenimiento dentro de un proyecto de recuperación de pueblos abandonados y no inundados por el pantano de Yesa.
Pasamos la tarde compartiendo experiencias con los peregrinos en la terracita del bar y por extraño que parezca éramos todos españoles.
El “GRAN PERO” que le ponemos al albergue es la comida, en el menú de la cena nos sirvieron de primero macarrones pasados con tomate y de segundo cuatro albóndigas fritas y secas con patatas, de postre el helado más barato del supermercado, lo único que la salvó fue el ambiente. En el desayuno más de lo mismo, un café malisimo con una magdalena. Se aprovechan de que no hay más opciones.
El día ha sido duro y el calor ha acentuado esa dureza por lo que nos vamos a dormir temprano, la etapa siguiente es considerada por todos como la mas dificil, así es que hay que descansar bien y recuperar.
Se apaga la luz.