Ha llegado el día del gran reto, superar nuestro record de kilómetros. Varias veces habíamos comentado antes de salir de Badajoz que lo que más temido eran estos llanos, tantos y tantos km seguidos sin poder relajar las piernas. No nos dan miedo los puertos de montaña ni los desniveles importantes porque todos tienen la recompensa de una bajada más o menos generosa, pero es aquí donde dicen que la mente juega malas pasadas ante las rectas kilométricas de la llanura castellana.
Es la etapa más larga de todos nuestros caminos y sin embargo también es en la que menos fotos hemos hecho. El recuerdo más intenso es pedalear, pedalear y pedalear y llanos y rectas que parecen no tener fin. Como narración es la más aburrida a la que nos tenemos que enfrentar.
Nos levantamos pronto, no queda otra con el ruiderío de las bolsas de los caminantes. A las siete de la mañana el hospitalero enciende las luces y todo el que quedaba acostado tiene que levantarse. Hemos descansado bien porque no ha habido roncadores en la habitación.
Cuando entramos al restaurante empezaban a desayunar los compañeros de la cena, nos unimos a ellos. El desayuno muy bueno, tostadas con varias cosas a elegir, bollería, zumo, etc.
Poco antes de las ocho de la mañana estamos listos para salir.
Ponemos rumbo a Carrión de los Condes. El camino discurre paralelo a la carretera P-908. En el inicio vemos a muchos peregrinos así es que pensamos que lo mejor para ellos y para nosotros es ir por la carretera. Superadas las primeras tropas de caminantes decidimos dejar el asfalto pero están arreglando el camino y la tierra no está totalmente compactada.Las ruedas se hunden y no es cómodo pedalear por allí, asi es que volvemos al arcen. Ya no lo abandonaremos, las máquinas y los operarios están trabajando, Nos alcanzan los ciclistas catalanes, pedaleamos con ellos hasta Carrión.