Salvada la urbanización fantasma encontramos la bajada a la ciudad de los milagros, Santo Domingo de la Calzada y a toda velocidad para abajo.
El lugar elegido es la Pensión Miguel http://pensionmiguel.com/index.html Totalmente recomendable, está muy limpio, buena cama y muy buen trato. Nos dieron las llaves de la habitación en la cafeteria de la pensión, nos recibió una empleada extranjera con un grado de ineptitud supino que hizo que subiéramos las bicis a la habitación aunque el jefe tiene un sitio reservado para ello. La chica andaba en bavia porque más tarde el dueño, muy amable nos pidió perdón y nos dijo que la empleada se había equivocado, para corregir el error nos invitó a unas cervecitas y mantuvimos una entretenida y alegre charleta con él.
Nos duchamos, descansamos un rato y nos vamos a ver a los pollos catedralicios. En plural porque hay dos. El dicho es “Santo Domingo de la Calzada donde cantó la gallina después de asada” pero es que están haciendo de menos al pobre gallo que también estaba en la mesa el día del famoso milagro.
Cuento el milagro para aquellos que me lean y sean neófitos en el camino de Santiago o que no sepan de donde proviene tal frase.
Allá por los tiempos de la edad media, una familia alemana peregrinaba a pie hacia Santiago de Compostela e hicieron parada y fonda en Santo Domingo de la Calzada. Una de las mozas que trabajaba en el lugar sintió la llamada irrefenable del amor por el hijo de la familia germana. Tan fuerte fue el enamoramiento que se lo hizo saber siendo rechazada por éste. Ella, resentida, rencorosa y vengativa tuvo la maldad de coger un vaso de plata y esconderlo en el equipaje del chico. Nada más salir por la puerta, lo acusó de ladrón. Fué detenido y ahorcado.
Los padres después de tan desgraciada y luctuosa experiencia continuaron su peregrinación y al regreso encontraron que sostenido y protegido por Santo Domingo, su hijo continuaba vivo en la horca. Rápidamente fueron a buscar al juez del pueblo para darle las noticias. El señor en aquellos momentos estaba cenando y en su mesa había asados un gallo y una estupenda gallina. Como no podía dar crédito a lo que estaba escuchando y con mucho cachondeito proclamó irónicamente la famosa frase “Esta historia es tan verdadera como que este gallo y esta gallina van a levantarse del plato y cantar” .. pero lo que no se esperaba es que los animalitos lo hicieran.
Dicen que hay un milagro, pues nosotros vemos cuatro. El primero es que una persona no se muera después de ahorcarla, el segundo es que un santo (que se supone que está a la verita de Dios) lo esté sosteniendo. El tercero es que resuciten las aves y el cuarto que cante la gallina (que se sepa no cantan, cacarean).
Después de este paréntesis histórico- místico seguimos.
Vemos los pollos y con la escasa luz natural que hay dentro de la catedral podemos hacer sólo unas cuantas fotos, el retablo del altar es espectacular.
Hace buena tarde así es que nos damos un paseo cortito y después vamos a cenar a un restaurante italiano que hay en una especie de bulevar lleno de veladores en la calle Juan Carlos I, justo enfrente de la pensión. Cenamos pasta, nos reímos un montón con nuestras tonterías y todo perfecto. Ya estamos listos para irnos a dormir