Esta se puede considerar una de las etapas más bonitas de la Vía de la Plata. Hay que abrir y cerrar innumerables cancelas ya que se atraviesan fincas con ganado suelto, pero sin peligro. Nos perderemos en la naturaleza durante 40 km en los que no encontraremos ningún pueblo.
Es aconsejable llevar bastante agua y algo de comida, sobre todo si se hace caminando. Aunque encontramos bastante sombra, en verano se recomienda madrugar para evitar posibles golpes de calor.
Salimos por un camino congelado que termina en las pistas asfaltadas de los canales de riego. Tras unos metros hay que girar a la derecha por una empinada y pedregosa cuesta que nos introduce en una dehesa de alcornoques y encinas donde te pierdes del mundo y del ruido. Está muy bien señalizado