Etapa 3 Monreal – Cirauqui

Monreal – Cirauqui 42 km

A las cuatro y media de la mañana han salido los primeros peregrinos del albergue, seguramente cansados de la banda sonora con la que nos fuimos a la cama. A las seis empieza la segunda parte del ruiderío de bolsas. Nosotros recogemos todas las cosas y las bajamos a la cocina, queremos  preparar nuestras alforjas sin molestar a los que aún están durmiendo.

 

Nos choca que los peregrinos que están allí hablen en voz alta como si estuvieran en su casa sin importarles lo más mínimo que haya compañeros descansando todavía, Nos dan ganas de llamarles la atención porque son españoles y los entendemos, pero seguimos a lo nuestro en silencio.

El colmo de los colmos es ver como una de ellos se prepara los pies pinchándose las ampollas encima de la mesa, poniendo las gasas ensangrentadas donde otros acaban de desayunar y donde otros lo harán después. Ni siquiera se molestan en coger un paño y limpiar sus microbios , baja los pies y a otra cosa mariposa. Nos miramos con incredulidad.

Aun continúa la fiesta en la calle. Como no hay claridad suficiente buscamos un lugar donde desayunar y el único que encontramos fue el mismo donde habíamos cenado. Un café y algo de bollería. Nos vamos.

Nos habían aconsejado no seguir el trazado original del camino hasta Tiebas. Son diez km de caminos de cabra cuesta arriba y llenos de roderas y correntones secos. Una trampa para las bicicletas.

Tenemos dos opciones, ir por las pistas del Canal o por la carretera NA-234. Tal y como nos avisó Pvelmor, el acceso a las pistas está cerrado con candados, así es que carreterita para adelante.

No hay apenas tráfico, es llana y a veces con tendencia a bajar, se pedalea de maravilla. Hace fresquito y la piel lo agradece porque estamos abrasados de ayer. Entretenemos la marcha con una animada conversación.

Castillo Teobaldo II (siglo XIII) en Tiebas 

Llegamos a Tiebas (donde deberiamos de haber llegado el día anterior) contentos y felices como lombrices, además de fresquitos. Hicimos las fotos de rigor.
 
El albergue de Tiebas tiene muy buena fama, una lástima no haber podido llegar
 
La historia del pueblo es bastante interesante al haber sido lugar de residencia de varios reyes navarros, sobre todo de Teobaldo II , el cual los dotó de los mismos fueros de Estella y les concedió  los privilegios indefinidos de ser realengos (esto quiere decir que dependen directamente del rey y su jurisdicción) y libres de toda labor, exceptuando la de trabajar en los castillos. Debía de ser importante en su época.
 
En Tiebas enganchamos de nuevo con el trazado original.

Iglesia de Santa Eufemia 

Saliendo de Tiebas al lado de la AP-15
 
 
Entre rotondas , pasos subterrÁneos para evitar la autovía, las vías del tren, muchos subes y bajas unos de asfalto y otros de tierra llegamos a Muruarte de Reta y después a Olcoz.
 
Fue después de Olcoz hasta Éneriz donde nos esperaba una divertidísima bajada que produce un poco de vértigo al ser una senda estrecha. Al ir cuesta abajo se pedalea rápido por la inercia. A la derecha tenemos la pared del monte y a la izquierda un precipicio, así es que como me salga de la mini vereda, el viaje ladera abajo sin posibilidad de frenada está garantizado. 
Tras la bajada llegamos a Enériz donde hicimos parada en un bar de la plaza. 
El pueblo estaba en fiestas

Iglesia Santa María Magdalena (siglo XVIII).

Nos vamos de Enériz conscientes de que a poco más de dos kilometros nos espera uno de los lugares más mágicos de España, un lugar donde Paco ha querido llegar desde el principio, la ermita de Santa María de Eunate. Como buen aficionado a la historia medieval y templaria, le produce muchísima emoción poder pisarla y efectuar el ritual energético, que consiste en dar tres vueltas a la ermita, después entrar en ella y colocarse bajo la clave de su boveda para cargar energías telúricas. Los cuatro hicimos el ritual, uno más crédulos que otros.

No sé si sería por sugestión pero al entrar y colocarme bajo su cúpula un agradable escalofrio recorrió mi espalda, fue como un pinchacito de paz que aun recuerdo. Ni que decir tiene que ver a Paco frente al altar terminando el ritual, me emocionó.

Es tanto el misterio que rodea a su construcción, a sus orígenes y a los muchos elementos arquitectónicos que posee que los expertos no consiguen ponerse de acuerdo ni en lo más básico, quien la construyó.

Lo cierto es que impone su sobria belleza, me hubiera encantado poder disfrutarla  en solitario al amanecer (aunque su momento es acabando la tarde) cuando aún no han llegado los turistas ni los peregrinos y su aire está completamente limpio, Me hubiera gustado respirarla, sentirla y de verdad haber podido vivir su magia más inténsamente. Sé que a Paco le hubiera gustado lo mismo.

Ermita Santa María de Eunate

Por el mismo camino nos vamos dirección a Óbanos, lugar donde el Camino Aragonés cambia de apellido y se convierte en Camino Francés. Son sólo dos kilómetros y medio pero hay que pagar el peaje de una corta pero fuerte subida para entrar al pueblo.

Iglesia de San Juan Bautista de Óbanos

Arco de entrada a Obanos
 
Nos quedan escasos tres kilómetros para otro de los lugares emblemáticos del Camino e importantes para nosotros, Puente la Reina. Llegamos sin novedad.
 
Al entrar por sus calles vemos mucha animación, las fiestas nos persiguen ¿Será preludio de algo? y un desfile de tres gigantes nos recibe.

Tras este recibimiento digno de reyes vamos en busca del famoso puente. Se nos pone la piel de gallina cuando lo vemos, para Paco es importante.

Las gafas esconden las lagrimillas que se nos escaparon. En esos momentos al igual que en Eunate, somos felices y nos sentimos afortunados.

Que emoción cruzarlo!! Llevamos todo el día pasando como de puntillas por la historia.

Antes de salir de Puente la Reina nos damos cuenta de que no hemos sellado y que ese sello es importante, así es que lo hacemos en el convento Sancti Espiritus. Bonito sello.
 
Desde el principio de la etapa hemos estado hablando sobre la temida subida a Mañeru y con el miedino metido en el cuerpo nos vamos acercando.

Lo bueno es que no es una subida muy larga, lo malo es que tiene un desnivel importante. Todos empezamos pedaleando pero enseguida Luis y Cris nos dejan atrás. Pedaleamos penosamente y el calor junto a la ausencia de aire tampoco ayuda. Las pulsaciones se disparan. 

No se ve muy bien el desnivel, pero aquí picaba

Aprovechando una sombrita

Bajando es como llegamos a Mañeru y lo pasamos sin más. Nos dirigimos hacia Cirauqui y del trayecto tenemos vagos recuerdos. Nada más llegar al pueblo y es empezar a empujar todos al unísono por las terribles subidas de sus calles, sobre todo la que nos lleva al centro. Todos empujando, no vimos a ni un sólo ciclista subir pedaleando. 

Paramos a tomar una cervecita  y allí intentamos reservar albergue en Lorca, donde habíamos decidido terminar, pero está lleno y nos comentan  que la cosa está muy mal de plazas que está todo petado a causa no sólo de los peregrinos sino de una concentración motera. La solución no es otra que quedarnos donde estamos , así es que llamamos al albergue y nos confirman las cuatro plazas.

El albergue está bien, limpio y correcto. No dan comidas y son más de las dos de la tarde por lo que nos indican un restaurante donde podemos comer. Lo buscamos sin éxito, tenemos que ir a la parte baja del pueblo. Tras algunas pesquisas y una caminata incómoda cuesta abajo al ir con chanclas logramos que nos sirvan un menú más o menos decente.

Pasamos la tarde enredando por el pueblo y descansando. La verdad es que cada rincón es una postal y su silencio es reparador.

Iglesia de  San Román, frente al albergue

El albergue

Las bicis esperando ser recogidas

Vista desde el pueblo

Cenamos en el albergue y he de decir que fue la mejor cena de menu alberguero que tomamos en todo el camino. De primero sopa de espinacas, un poco aguada, pero se dejaba comer y de segundo spaguettis en salsa con albóndigas, buenísimos.

Lo único criticable del albergue es la actitud de su dueña. Desde el primer momento nos puso “peros con las bicis” y a la minima que podía de una manera déspota nos regalaba alguna frasecita para el recuerdo. En la cena llegó su cenit. Nos explicó el por qué no queria bicis en su albergue, en principio unos motivos más que razonables, no tiene un sitio aparte donde poder guardarlas y cuando son muchas es un problema. Eso lo comprendimos pero sus otras justificaciones, no. Dijo que los ciclistas llegan muy tarde y exigiendo lo que no pagan. Habrá de todo por esos caminos, pero no es para generalizar de esa manera.

Nos dijo que ella lo que quería eran los jubilados o prejubilados alemanes o extranjeros, que llegan y se marchan en silencio, sin protestar ni exigir … pues muy bien … ya sabemos que lo que quieres es hacer y deshacer lo que te dé la gana y que nadie te pida responsabilidades ni explicaciones .. en fin, fue como decirnos “nos estorbais” . No penseis que discutimos, sólo fue intercambio de opiniones, pero es que ella siempre quería llevarse el gato al agua y en la vida hay que escuchar todas las partes como hicimos con ella, quitando ese desencuentro, lo demás todo perfecto.

Se apaga la luz, suenan ronquidos

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