Llegamos a la Cruz de Ferro y tras las fotos de rigor, nos dispusimos a almorzar en el área de descanso que han creado al lado.
El montón de piedras bajo la cruz, más que un lugar mágico donde muchos peregrinos dejan sus promesas y deseos, parece una escombrera debido al tamaño de algunos escombros que evidentemente no caben en las mochilas.
Iniciamos la bajada hacia Manjarín por un andadero paralelo a la carretera. Nos han aconsejado que a partir de El Acebo no vayamos por el camino debido a su mal estado.