Por culpa de la falta de plazas en los albergues hubo un poco de revuelo entre los peregrinos, así es que algunos salieron de madrugada a la caza de la litera. Lo que no comprendemos es a una pareja alemana que salieron con las bicis a oscuras, con varias horas de antelación a la salida del sol . iban por carretera, de no llevar luces adecuadas es toda una temeridad.
Con el clásico y repetitivo despertador alberguero de tono “plasticosmix” no hay quien pare mucho en la cama, así es que nos levantamos pronto. Recogimos todo y nos subimos a desayunar a la terraza unos cacaolat con magdalenas (malísimas) que habíamos comprado por la tarde. Parece que ha habido una estampida, no quedan apenas peregrinos en el albergue y los últimos están a punto de marchar.
Conversamos animosamente puesto que no molestamos a nadie y de repente aparece el marido de la hospitalera (y cocinero) para llamarnos la atención y pedirnos que bajemos la voz!! Le decimos que muchos peregrinos han estado molestando y saliendo durante toda la madrugada , haciendo sus habituales ruiditos y que nosotros no nos hemos quejado. El señor se calla y se marcha .