La noche anterior nos fuimos a dormir muy animados tras leer el comentario que nos dejó Inpu en el Blog, nos dice que lo peor de la variante para Sobrado ya lo hemos pasado, que nos queda algún repecho sin mucha importancia y que disfrutaremos de paisajes muy bonitos. Hacía quince días que el había pasado por la misma ruta.

Nada más levantarse, Paco nota un dolor muy intenso en la rodilla derecha. El peso de más en las alforjas y el haber tenido que coger la bici a cuestas en alguna ocasión le ha pasado factura. Tiene serias dudas de si podrá hacer la etapa por el río, nos da miedo que el dolor vaya más en aquellos parajes tan olvidados y solitarios. Se toma un Ibuprofeno en el desayuno y decidimos que tomaremos una carreterita local que nos enlaza con el trazado del Camino del Norte. No tiene apenas tráfico por lo que avanzariamos con bastante tranquilidad

Ha amanecido con la típica niebla “meona” que moja y que unida al bochorno nos hace sudar bastante en la subida al primer alto del día . Por más que buscamos el cartel del alto para hacerle una foto, no lo encontramos. Una vez más, se les ha olvidado ponerle nombre 

A los pocos km encontramos las primeras señales del Camino del norte.

La ruta de las flechas verdes tiene tramos compartidos con el Camino original

Pedaleando a Paco se le han calentado las piernas y el Ibuprofeno le ha hecho efecto, poco a poco fue notando una notable mejoría en su rodilla. Iba delante para no variar y le da tiempo a fotografiar a la Conor.

Hasta Sobrado dos Monxes hemos hecho sin complicadiones veintitantos km y cuando desde lejos vimos las torres, nos emocionamos.

Son poco mas de las diez de la mañana  y como hay mucho día por delante y vamos bien decidimos entrar a sellar y seguir adelante.

 

 

Eran casi las once cuando salimos del monasterio por lo que decidimos parar a descansar un rato y comer algo. 

Durante el bocateo estudiamos las opciones para dormir y nos quedamos con la duda, Arzúa o Pedrouzo. Según nos tratara el camino, así haríamos y aplazamos la decisión.

 

Continuamos hasta Boimorto por unos caminos anchos, bonitos, agradables de pedalear ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ QUE MARAVILLA!!!!!!!! QUE PLACER DE PEDALEO!!! Nosotros no estamos acostumbrados a ésto, ni en Badajoz ni en ninguno de los Caminos que hemos hecho

Llevábamos buen ritmo y cuando quisimos darnos cuenta estábamos en Boimorto. Allí decidimos no ir a Arzúa y retrasar nuestra entrada al camino francés todo lo posible, dormiremos en Pedrouzo.

Para ir tranquilos tomamos una nueva alternativa por una solitaria carretera local durante 24 km. dieciseis de los cuales son en clara tendencia a bajar. Llevábamos el track en el garmin pero no funciona y hemos de optar por la vieja usanza, o sea, mirando los letreros de la carretera, que para algo están.

Nos lo pasamos estupendamente, pedaleamos y reimos muy relajados sin tener apenas que hacer esfuerzo !!! Los últimos dos km y medio se cabrean mucho, sobre todo el último. Son una larga recta que no parece tener fin … las piernas se quejan y las fuerzas flaquean. El bochorno no ayuda,

Llegamos al Camino Francés y nos sorprende lo bueno, limpio y fino que está el firme del camino ¿Dónde están los peregrinos? No hay ni un alma.

Trescientos metros después encontramos a la marabunta

Primera y única foto en el Camino Francés

Tenemos que esquivar continuamente a los peregrinos y nos empezamos a agobiar ..  no estamos acostumbrados a ésto .. lo nuestro son los caminos solitarios .

El camino va paralelo a la carretera, asi es que decicimos adelantar por asfalto. Hay tanta aglomeración de peregrinos porque la gente está terminando la etapa del día. Son las tres de la tarde

Llegamos a Pedrouzo, miramos para atrás y la ola humana se acerca, hay que buscar alojamiento. Vemos un Hotel a la izquierda de la carretera Pensión NR con muy buena pinta, Paco entra a preguntar. Hay plazas, son cincuenta euros. Le digo que bien, pero que no reserve, es pronto, sólo quedan 20 km a Santiago y tenemos tiempo de sobra para llegar.

Con la leccion aprendida del día anterior, nos sentamos a descansar y comer en unos veladores. Nada de decisiones precipitadas. Yo quería seguir pedaleando, estaba muy nerviosa, no me gustó esa masificación, quedé un poco superada por todo. Paco sacó la guía, los perfiles y los mapas; estudiamos la situación. No es que tuviera mucha complicación, pero ya llevábamos sesenta y tantos km encima y eso me podría pasar factura en las cuestucas que quedaban por subir. Al final decidimos quedarnos aunque estaba convencida de que podría llegar a Santiago sin problemas .. pero mejor no tentar al diablo.

Una vez hechas todas las tareas pos-etapa  nos metimos en la cama a descansar .Dormimos la siesta más larga y con el sueño más profundo de todo el Camino. Estaba más cansada de lo que pensaba.

No hicimos mucho más, bajamos a cenar y enseguida nos subimos a la habitación de nuevo.

El camino se acababa, sólo nos quedaba un día por delante.