Esta era la etapa más esperada. Nos hacía muchísima ilusión dormir en el Monasterio de Sobrado Dos Monxes. Desde Badajoz habíamos mandado a la oficina de correos de Lugo los sacos de dormir, las sábanas bajeras y las toallas para poder hacerlo. La tarde anterior recogimos el paquete y enviamos de vuelta a casa toda la ropa de invierno y lluvia que llevábamos ya que no se esperaban cambios meteorológicos para los días que nos quedaban.

A parte de la ilusión por el monasterio también nos alentaba que es una ruta alternativa a la de la flecha amarilla que nos sacaría de la carretera. A partir de ahora, la flecha a seguir cambia de color, es verde.

Salimos temprano para no variar y cruzamos la puerta de San Pedro siguiendo las vieiras que están en el suelo. Son muy bonitas, pero poco prácticas, sobre todo para los que vamos en bici. Tras unos pocos metros el GPS deja de pitar por lo que el track no va por ahí. Damos la vuelta y salimos por la misma puerta. Pedaleamos por el acerado que va paralelo a la muralla hasta que encontramos de nuevo las vieiras que venían procedentes de la zona de la catedral.

Salimos del casco antiguo bajando hacia el río Miño, lo cruzamos por un puente e iniciamos el pedaleo por sus orillas durante un ratito. Es una zona urbanizada con chalets.

Al poco nos apartamos del Camino de Santiago e iniciamos nuestra alternativa. La primera impresión fue fantástica, entramos por un caminito de madera en un bosque precioso. Salimos de él para después adentrarnos en la ruta preciosa.

Es una ruta senderista, no está pensada para ciclistas por lo que nos encontramos con los problemas propios de esa disyuntiva. Pedaleamos por un senderito muy estrecho a orillas del río Mera, a veces tanto que hay que bajarse y empujar o cargar con la bici. En muchas ocasiones lo único que nos separa del agua es una fila de árboles de delgados troncos rodeados de helechos . Hay que tener precaución porque el riesfo de caer al agua es grande porque hay zonas donde el suelo se ablanda y no sabes si en realidad estás pisando tierra firme o una cama hecha de hojas. Entonces te encomiendas a todos los dioses conocidos aunque no creas en ninguno.

Nos  impresionó la negrura de las aguas del río Mera, en algunas ocasiones parecía estancarse . Es un bosque tupido en el que pocos rayos de sol consiguen  entrar.  No había nadie, sólo se oía el agua y los pájaros.

Hay una zona de escaleras, pasarelas y puentes donde no te queda otra que cargar con la bici , incluso desmontar las alforjas.

Dejamos atrás el Río Mera. Un prado nos sirvió de paso para adentrarnos en un nuevo bosque, pero ya con caminos más anchos, con mucha piedrilla suelta y grava pero al menos se puede pedalear sin miedo a un chapuzón. Seguimos paralelos al río

Una vez que salimos del bosque toca subir. Se sale a una pista asfaltada con mucho desnivel sobre todo en sus primeros metros.

Seguimos subiendo por la pista durante un rato a algún alto al que se olvidaron de ponerle nombre.

Empezamos a bajar, con el consiguiente alivio, no sólo para las piernas sino para el ánimo.

Cuando más relajados íbamos nos encontramos con un montón de flechas verdes en el asfalto que indican girar a la derecha  ¡¡No puede ser!!! Si no hay camino!!!

Nos bajamos de la bici para atrochar por el monte hasta encontrar lo que en su día debió de ser un paso de cabras que ya está en desuso . La subida es suave, podemos pedalear aunque el camino se pierde por momentos, la vegetación lo invade todo, Avanzamos casi por intuición porque las flechas verdes son complicadas de encontrar ( lo mismo que las del Camino de Santiago están pintadas para caminantes) y además la maleza y las zarzas las esconden, hemos de tener cuidado con los ojos de lo altas que llegan a estar. Por fin salimos del bosque de pinos y castaños. Vemos un camino más ancho que debe de ser el que nos hará bajar hasta Friol, pero no, Se vuelve a estrechar y seguimos subiendo un poco más por una especie de complicada trocha.

Llegamos arriba, la sensación de soledad es increíble, por aquellos lares no hay vacas, ni cabras, ni gente ni nada .. no es un lugar con cultivos o huertas, no es un lugar de paso.. Lo que más vemos son cuervos .. Estamos sólos en medio del monte … me gusta esa sensación mezcla de soledad, respeto y un pelín de miedo.

La bajada es técnica sobre todo al principio .. pero después es muy divertida.

No le hicimos fotos, pero la grabamos con la china .. así es que cuando edite el video, lo pondré.

Llegamos a Friol bastante cansados y cometimos el gran error de la ruta y sobre el cual hemos aprendido mucho.En lugar de ir a dormir a Sobrado decidimos quedarnos a dormir aquí y dejar la estancia en el Monasterio para el día siguiente.

El chico que marcó la ruta recomienda la única pensión que hay en el pueblo, así es que ni lo dudamos. Fue nuestro primer error, quedarnos en aquel antro .. Casa Benigno.

Si no os queda más remedio a los que paseis por allí y no sois escrupulososm una noche se pasa en cualquier lado, pero si podéis continuar, ni lo dudeis. La gallega debió de darnos la peor habitación de todas. vieja, con humedades y moho en el baño, la cama chirriaba y el televisor no funcionaba bien .. todavia no comprendemos como nos quedamos allí .. No lo recomendamos para nada, todo lo contrario.

Por la noche cuando fui a pagar terminaron con mi paciencia. ¡¡ y mira que es algo que a mi generalmente me sobra!! Firmé el registro, pagué y pedí que me devolvieran los dos DNI… la señora no quería devolverme el de Paco porque no estaba firmada su ficha .. Discutí con ella hasta que me lo dió .. ni que nos fuéramos a escapar del pueblo!!! o como si aquello fuera el hotel Ritz .. Cuando salía por la puerta la sra seguía refunfuñando pero eso si con mis 50 euracos en la mano (habitación+2 menús) pero no le hice más caso ..

Comimos en el restaurante de la pensión. Tenía mucha mejor pinta que la habitación. Subimos a descansar y por la tarde dimos el paseito de cada día. Justo enfrente del antro teníamos la primera flecha verde del día siguiente.

Justo al lado de la flecha descubrimos una cafeteria – restaurante con una terracita junto al río de lo más agradable, Casa Do Grande. Primero unas cervecitas y después para cenar tomamos el mejor pulpo que hemos comido en todo el camino, pulpo a la brasa y ternerita gallega .. el postre tarta líquida de queso .. buenísima!!! Os recomendamos el lugar, estupenda relación calidad/precio, muy buen trato.

Estuvimos hablando un rato con la chef y nos explicó la historia de las flechas verdes y de quien las pintó . El sitio es muy bonito, sobre todo si puedes disfrutar como nosotros de la cena en la terraza a media luz y escuchando el río. Resultó una cena muy romanticona

 

 

Ese día aprendimos que no se pueden tomar decisiones cuando se llega cansado o agobiado a un lugar.

Hay que parar, descansar un poco, hidratarse y comer para después ser más objetivos y poder tomar la decisión correcta.

Pudimos haber continuado hasta Sobrado pedaleando por la tarde .. pero el bochorno y el cansancio unidos juegan malas pasadas.

Queda aprendido para la próxima vez .. además lo pondríamos en práctica al día siguiente .