Nada más salir de Salas empieza la subida a Porciles, nos dirigimos hacia Bodenaya. Son sobre siete km y medio de subida constante, cuya cota máxima de exigencia está en los últimos metros con un fuerte e inciclable repecho. Nos vamos a encontrar con las obras de la autovía, en algunas partes parece estar abandonada.

Durante los primeros km pedalearemos al lado del río Nonaya por un bonito y frondoso bosque de robles y castaños. La subida se puede complicar si hay mucha humedad o ha llovido en los tramos de piedra suelta ya que el terreno se vuelve resbaladizo y lo que es fácil en seco se convierte en técnico con el agua.

Una vez que llegamos a Porciles se puede decir que llaneamos hasta Bodenaya (hay un albergue de peregrinos) y poco después hasta La Espina. Hasta El Pedregal es un continuo sube y baja.

Albergue de Bodenaya

Desde La Espina nosotros tomamos la alternativa para bicicletas por carretera porque en esa zona del camino suele haber mucho barro. Unos tres de km antes de Tineo pedaleamos por un carril bici bastante cómodo que nos libró del tráfico.

Llegamos a Tineo sin mayores problemas e hicimos una parada de descanso y de paso rellenar los botes de agua y acuarius.

Decidimos buscar la alternativa para bicis que nos indicaba la guia que llevamos para poder adelantar lo que habíamos atrasado en la subida a Porciles.

A la salida de Tineo tuvimos una confusión, llegados a una rotonda vimos el letrero que indicaba Pola de Allande y por allí nos fuimos. Empezaron a pasar km y no había flechas amarillas.

Lo que en un principio pensamos que pudiera ser una metedura de pata se convirtió en el gran acierto del día.

Cuando llegamos a Gera encontramos un cruce donde un letrero indicaba Campiello a  5 km por lo que podíamos regresar al camino original, paramos a preguntar y nos dijeron que por esa alternativa había fuertes rampas y que por la carretera que llevábamos se subía pero de una manera nada exigente. Así es que desde Tineo hasta que iniciamos la bajada a Pola, pedaleamos subiendo durante 18 km por la carretera AS 217. Una maravilla en todos los sentidos por la calma que se respira, no hay apenas tráfico y la carretera se convierte en un precioso y verde tunel que nos protege del sol y del viento. Los km pasan despacio, toda una prueba de paciencia.

La bajada a Pola son sobre cinco km muy divertidos, con unas vistas panorámicas del pueblo desde lo alto, absolutamente maravillosas.

Nos alojamos en el Hotel “La nueva allandesa” http://www.lanuevaallandesa.com/ La habitación doble nos costó 50 euros. Estaba limpia y correcta, quizás un poco cara para lo que es el pueblo pero no hay muchas más opciones si no quieres ir al albergue de peregrinos.

Comimos en su restaurante, el menú de fin de semana a 15 euros. Muy buena comida y muchísima cantidad. No cenamos, con eso lo decimos todo.

Por la tarde, dimos el paseo de rigor por el pueblo.