Ayer por la tarde, tras comprobar que mañana se esperaban fuertes lluvias en la zona, con amenaza de temporal, decidimos con gran pesar el no ir hasta Muxia e ir directamente a Fisterra.

A las seis de la mañana el escándalo que formó el despertador del móvil de la catalana molestosa de la noche anterior despertó a todo el albergue, no tuvo ningún reparo en poner el volumen muy alto y además tardar en apagarlo. A partir de ese momento todos los peregrinos se levantaron y empezaron con el ruidito de bolsas y cuchicheos por lo que fue imposible retomar el sueño. Nos levantamos a las siete de la mañana, recogimos todo y cerramos el albergue puesto que fuimos los últimos en salir. Desayunamos en el mismo bar que cenamos junto a otros peregrinos que como no podía ser de otra manera salieron antes que nosotros.

A las 8.10 nos pusimos rumbo a Fisterra y empezamos a adelantar a todos los que salieron antes, pensando que en cualquier rampa complicada nos adelantarían. Es increible el ritmo que cogen los caminantes, sobre todo los extranjeros.

Casi llegando al cruce donde se bifurca el Camino a Muxia y el Camino a Fisterra nos encontramos con el matrimonio de peregrinos formado por una cacereña y el gaditano roncador, nos paramos unos minutos a conversar con ellos y como siempre, cada cual a lo suyo. Nosotros evidentemente avanzamos más deprisa con las bicis.

Empezábamos a oler a mar cuando nos cruzamos haciendo empujim por lo complicado del terreno y el desnivel de la cuesta(nosotros para abajo y el para arriba) con uno de los bicigrinos de ayer. Nos contó que su compañero había sufrido una caida y regresaba a Santiago en autobús. Nos avisó de que más adelante la bajada era mucho más dura que el tramo en el que nos encontrábamos. Nos despedimos deseando un buen camino como es de rigor.

Tal y como nos dijo el siguiente tramo era mucho más duro, piedras más grandes, mucha más arenilla y una pendiente similar que hacía peligroso incluso bajar andando.

Llegamos a Corcubión y nos liamos un poco porque no encontrábamos las flechas pero preguntando volvimos al trazado del Camino.Hay que poner mucho cuidado porque es muy fácil despistarse. Pasando Corcubión el camino te entra y te saca en varias ocasiones a la carretera por lo que decidimos continuar por asfalto, con ello sacrificamos el paso por la playa de Sardiñeiro a la que le hicimos bastantes fotos desde lo alto de la entrada a Fisterra.

Corcubión

Playa de Sardiñeiro

En principio teníamos pensado llegar al faro con las bicis pero como teníamos el coche aparacado en el puerto desde hacía justamente una semana decidimos ir a comprobar que todo estaba bien. Una vez comprobado que todo estaba correcto, desmontamos las alforjas, metimos las bicis en el coche y nos fuimos a buscar el albergue Finistellae donde teníamos pagada y reservada nuestra estancia.

Cuando hicimos la reserva, lo hicimos con bastante reparo puesto que nos pidieron el pago por adelantado para poder confirmarla. Nos resultó bastante chocante el que nos pidieran el 100% por adelantado, aunque sólo fueran 20 euros. Nos recibió Estrella y su marido. Nos ofrecieron una habitación para nosotros solos que tenían el tercer piso por el mismo precio.

Nos duchamos y nos fuimos a comer al puerto, lo hicimos en la terraza del restaurante O Centolo, la verdad que bastante bien, nos pedimos una ensalada templada de gambas, pulpo,zamburiñas y postre. No nos apetecía comer mucho.

Tras la siesta nos fuimos con el coche al faro. Nada más entrar ya te encuentras con los puestos de recuerdos. Cosa que rompe con la espiritualidad que se le presupone al lugar. No pudimos ver el clásico atardecer porque las nubes en momentos amenazaban agua, pero hicimos bastantes fotos. Nos sentamos un rato a ver el mar y a compartir en silencio lo que había sido nuestra aventura hasta entonces.

La próxima vez que regresemos terminaremos el camino allí, subiremos con las bicis y las alforjas. Una subidita nada amable pero es algo que a Isabel le ha quedado pendiente, a Paco le da más o menos igual.

Regresamos al pueblo, dimos un paseo, cenamos en el puerto y nos fuimos a dormir.